Aunque su aspecto, deslucido y con arañazos, avise de que ha llegado
el momento de darle un digno descanso, son muchos los propietarios que
retrasan el cambio del suelo de la vivienda. Se resisten por el lío, el
polvo y los escombros que supone quitar todas las tablillas de madera o
levantar los azulejos.
No en vano, se trata de una de las reformas más molestas y
complicadas de realizar. Aunque, también es uno de los cambios estéticos
más visibles en una casa. Por suerte, el mercado está al quite y hoy se
puede estrenar suelo sin levantar el original. El cliente puede elegir
entre pavimentos laminados, vinílicos, cerámicos, microcemento, corcho o
moqueta. Estos suelos son los más idóneos para los espacios que cambian
su look con cierta frecuencia. La colocación de algunos requiere de las
manos de un profesional, pero la de otros puede ser efectuada por
cualquier propietario (con cierta habilidad, tiempo y algo de
paciencia).
Antes hay que comprobar que el suelo está limpio y nivelado. De lo
contrario, hay que hacerlo "para que quede recto y no dé problemas a la
hora de cerrar las puertas, por ejemplo. Y, cuanto más nivelado, el
efecto final será mucho más profesional", explica Ángel Cabanillas, jefe
de producto de Leroy Merlin.
Los laminados son de los más conocidos por la imitación tan realista
de los diferentes tipos de madera natural. Fabricados con fibra de
resina y madera prensada, ofrecen un alto nivel de resistencia al
desgaste y al impacto. "Son tan acogedores como los de madera maciza o
multicapa pero son más económicos y fáciles de instalar, ya que
incorporan el sistema clic, en el que las lamas van encajando entre sí
por presión", señala Cabanillas. Se pueden colocar sobre cualquier
pavimento, excepto en moquetas gruesas.
Las lamas y losetas tienen apenas unos milímetros de grosor, entre
seis y 12 milímetros, por lo que prácticamente no se aprecia la
elevación sobre la superficie anterior. Aunque no viene mal lijar las
puertas.
No es madera noble, pero tiene sus ventajas: no se altera con la luz,
es resistente a arañazos y golpes y no absorbe las manchas ni retiene
el polvo al no ser porosos, explica Javier Lazareno, del estudio de
interiorismo y decoración Lazareno Estudio. Está indicado para salones,
dormitorios y pasillos.
Además del ahorro que supone no tener que quitar el suelo ya
existente, este producto es mucho más económico que el parqué. De hecho,
se puede comprar a precios entre cuatro y 30 euros por metro cuadrado.
Dependerá de la calidad (los hay que incorporan una capa de aislamiento
acústico que absorbe el ruido) y del tipo de madera que imiten (rústico,
madera envejecida, natural...).
Para su mantenimiento basta con utilizar una mopa o aspirador. Para
una limpieza más a fondo, lo recomendable son productos neutros
específicos para su conservación. Y ojo, los suelos laminados no pueden
ser lijados, duran menos que la madera (unos 15 años de vida útil) y si
las piezas no están bien encajadas el agua puede filtrarse. Aunque las
uniones suelen estar protegidas y en la mayoría de los casos son
hidrófugos, es decir,cuentan con un sistema que evita la humedad y las
filtraciones. Además, antes de colocar el pavimento hay que poner un
film de plástico adicional debajo de la base aislante.
Los vinílicos o de PVC apuntan más alto: pueden imitar cualquier tipo
de material, diseño o dibujo, ya sea mármol, piedra, cemento, metal...
Llevan una capa de diseño impreso (y a veces grabado), que ofrece desde
imitaciones realistas de materiales naturales como la madera, hasta
patrones exclusivos y con todo tipo de colores.
El suelo vinílico es un revestimiento plástico apto sobre cualquier
superficie de la casa, incluso para baños y cocinas —siempre que el
original no sea una superficie rugosa—. Se trata de un material
resistente y duradero que ha puesto patas arriba la decoración por la
versatilidad de las superficies que imita. Es antiestático, resistente
al agua, a la abrasión y al desgaste y apto para calefacción de suelo
radiante.
Para su elección, además del diseño, hay que tener en cuenta la
calidad. "Los homogéneos son peores, ya que el PVC va mezclado con
minerales y se presenta en una sola capa. Los heterogéneos tienen tres
capas: la base, una lámina con el diseño impreso y otra de PVC puro que
le da una gran resistencia", según Lazareno.
La mayoría son autoadhesivos —vienen con un pegamento y sólo hay que
quitar el papel y pegarlo bien al suelo—. "En cuanto a la duración, hay
mucha leyenda, porque hace unos años se puso muy de moda el Sintasol,
que tenía una calidad bastante mala, y se levantaba. Pero hoy en día
tienen una calidad estupenda y aguantan años en perfecto estado",
indican en Leroy Merlin. La vida útil de estos suelos puede oscilar
entre los cinco y los 20 años.
Los hay de losetas o de lamas, su grosor varía entre 1,5 y 3
milímetros y su precio va de siete a 30 euros el metro cuadrado. Para su
limpieza basta con pasar una bayeta o fregarlos con detergente, nunca
con disolventes.
Si se busca algo con más cuerpo la alternativa es la baldosa cerámica, aunque el grosor puede suponer un problema
Si se busca algo con más cuerpo la alternativa es la baldosa
cerámica. La única limitación es el grosor de la pieza que se coloque
encima del suelo ya existente. "Actualmente, hay baldosas cerámicas de
espesores mínimos, de menos de cinco milímetros, que minimizan el
problema", cuentan en la Asociación Española de Fabricantes de Azulejos y
Pavimentos Cerámicos (Ascer). Si no, puede que sea necesario lijar
puertas y modificar rodapiés.
La colocación en seco de las baldosas cerámicas también es sencilla,
ya que se ponen con un adhesivo especial. Aunque, en el mercado existe
un sistema de clic en el que las piezas se van uniendo como si formaran
un puzle y se puede pisar inmediatamente después de su instalación. Se
pueden colocar en cualquier estancia, también en baños y cocinas, y su
rango de precios es tan amplio como las colecciones cerámicas. Hay
suelos cerámicos desde 10 euros hasta varios cientos de euros.
En las viviendas de corte más moderno está de moda el microcemento,
una mezcla de cementos, polímeros, fibras y pigmentos colorantes amasada
y aplicada sobre el suelo. Su acabado final puede ser rústico o
moderno, liso o con textura, satinado, brillo o mate.
"Es el revestimiento más utilizado actualmente y se debe a su fácil
aplicación, calidad, acabado final y sobre todo su resistencia y
durabilidad", cuenta Lazareno. Es muy resistente y flexible, por lo que
no necesita juntas y se puede crear un pavimento continuo. Actualmente,
existe una gran variedad de colores que permite armonizar con el resto
de la casa. "Mis preferidos siguen siendo el color gris con aspecto de
cemento y el blanco, aunque todo dependerá del concepto global de la
decoración en que lo vamos a aplicar", prosigue.
Se puede aplicar en exteriores, baños y cocinas. Pero tiene un pero:
no admite ser colocado sobre parqué, al no ser la madera un material
estable. En el resto de pavimentos puede utilizarse sin problemas y la
altura no subirá más de dos o tres milímetros. Los precios varían de
unos instaladores a otros, aunque se puede encontrar a partir de 60
euros el metro cuadrado ya instalado.
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